El universo personal de Irene Montalá está pintado de color blanco. “Creo que una persona se viste en función de cómo se siente, o al menos yo siempre lo hago así”. Por eso, basta asomarnos un instante a su interior para descubrir la serenidad que la ordena por dentro. “No soy muy de llevar colores oscuros y pocas veces me visto de negro. Me gustan, pero no los siento tan en mí. En cambio, el blanco me encanta y, a la hora de llevarlo, ¡creo que me sienta bien!”, se sincera la actriz.
Una confesión que reafirma por completo su armario más personal. “Tengo muchísimas prendas de color blanco, muchos vestidos tipo camisón, muy frescos y cómodos. En verano lo llevo mucho”. Sobre todo en sus visitas a la Barcelona que la vio nacer, en la rutina de su Madrid actual o en las escapadas estivales a sus pequeños paraísos. “Me gusta muchísimo Menorca, donde se respira tranquilidad. Mi familia tiene también un apartamento en la playa, en Tarragona. Voy mucho allí. Me encanta la Costa Brava”.
Además, en los días fríos el blanco también mima su vestuario: “Tengo muchas camisas blancas y en todas las gamas: puro, crudo...”. Entre narcisos, margaritas blancas –“si son silvestres, mejor”– y peonías, la actriz encuentra los grandes aliados para dar un toque fresco a su hogar. “En todas las casas que he tenido, nunca pinto las paredes de blanco nuclear, sino de blanco roto, que nunca tire a amarillo, que sea más color piedra. Es muy cálido y me encanta”.
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